martes, 12 de agosto de 2014

GROUND CONTROL TO MAJOR TOM

La cuenta atrás se termina, mañana es mi ultimo día de trabajo antes de vacaciones.

Sé que mañana puede ser un día extremadamente bueno o extremadamente malo. Sé también que de los dos días que quedan, habrá que ir con pies de plomo en según qué cosas, porque los nervios y la anticipación son los peores consejeros que se pueden tener. Hoy, sin ir más lejos, mi pobre Gabriel ha sucumbido a la ansiedad y ha tenido más de un ataque de nervios, malhumor y frustraciones varias.

La frustración. No existe nada peor que ese sentimiento.  Un estado que he intentado ahogar por demasiado tiempo, sólo para darme cuenta de que las frustraciones no se ahogan, sino que aprenden a nadar en tiempo récord.

Y es precisamente esa realidad la que me hace pensar que si bien uno comienza cualquier viaje con entusiasmo, ilusión y joie de vivre, son precisamente las frustraciones que añaden profundidad y sabor a determinados momentos del trayecto. Sé que no será un viaje perfecto, pero no sé en qué momentos la imperfección será palpable.




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